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			PRIMERA PARTE  
			LA PROFESIÓN DE LA FE
			 
			SEGUNDA SECCIÓN: 
			LA 
			PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
			 
			CAPÍTULO SEGUNDO 
			CREO EN 
			JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
			 
			ARTÍCULO 6  
			“JESUCRISTO SUBIÓ A LOS CIELOS, 
			Y ESTÁ SENTADO A LA 
			DERECHA DE DIOS, PADRE TODOPODEROSO”
			 
			659 "Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado 
			al Cielo y se sentó a la diestra de Dios" (Mc 16, 19). El Cuerpo de Cristo 
			fue glorificado desde el instante de su Resurrección como lo prueban las 
			propiedades nuevas y sobrenaturales, de las que desde entonces su cuerpo 
			disfruta para siempre (cf.Lc 24, 31; Jn 20, 19. 26). Pero durante los cuarenta 
			días en los que él come y bebe familiarmente con sus discípulos (cf. Hch 10, 
			41) y les instruye sobre el Reino (cf. Hch 1, 3), su gloria aún queda velada 
			bajo los rasgos de una humanidad ordinaria (cf. Mc 16,12; Lc 24, 15; Jn 20, 
			14-15; 21, 4). La última aparición de Jesús termina con la entrada 
			irreversible de su humanidad en la gloria divina simbolizada por la nube (cf. 
			Hch 1, 9; cf. también Lc 9, 34-35; Ex 13, 22) y por el cielo (cf. Lc 24, 51) 
			donde él se sienta para siempre a la derecha de Dios (cf. Mc 16, 19; Hch 2, 33; 
			7, 56; cf. también Sal 110, 1). Sólo de manera completamente excepcional y 
			única, se muestra a Pablo "como un abortivo" (1 Co 15, 8) en una 
			última aparición que constituye a éste en apóstol (cf. 1 Co 9, 1; Ga 1, 16).
			 
			660 El carácter velado de la gloria del Resucitado durante este tiempo 
			se transparenta en sus palabras misteriosas a María Magdalena: "Todavía 
			no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: Subo a mi Padre y 
			vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios" (Jn 20, 17). Esto indica una 
			diferencia de manifestación entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo 
			exaltado a la derecha del Padre. El acontecimiento a la vez histórico y 
			transcendente de la Ascensión marca la transición de una a otra.
			 
			661 Esta última etapa permanece estrechamente unida a la primera es 
			decir, a la bajada desde el cielo realizada en la Encarnación. Solo el que 
			"salió del Padre" puede "volver al Padre": Cristo (cf. Jn 
			16,28). "Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del 
			hombre" (Jn 3, 13; cf, Ef 4, 8-10). Dejada a sus fuerzas naturales, la 
			humanidad no tiene acceso a la "Casa del Padre" (Jn 14, 2), a la vida 
			y a la felicidad de Dios. Solo Cristo ha podido abrir este acceso al hombre, 
			"ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de 
			su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino" (MR, 
			Prefacio de la Ascensión).
			 
			662 "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia 
			mí"(Jn 12, 32). La elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación 
			en la Ascensión al cielo. Es su comienzo. Jesucristo, el único Sacerdote de la 
			Alianza nueva y eterna, no "penetró en un Santuario hecho por mano de 
			hombre, ... sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento 
			de Dios en favor nuestro" (Hb 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce 
			permanentemente su sacerdocio. "De ahí que pueda salvar perfectamente a 
			los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en 
			su favor"(Hb 7, 25). Como "Sumo Sacerdote de los bienes 
			futuros"(Hb 9, 11), es el centro y el oficiante principal de la liturgia 
			que honra al Padre en los cielos (cf. Ap 4, 6-11).
			 
			663 Cristo, desde entonces, está sentado a la derecha del Padre: 
			"Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, 
			donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos como Dios y 
			consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó 
			y de que su carne fue glorificada" (San Juan Damasceno, f.o. 4, 2; PG 94, 
			1104C).
			 
			664 Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino 
			del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del 
			hombre: "A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, 
			naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca 
			pasará, y su reino no será destruido jamás" (Dn 7, 14). A partir de este 
			momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del "Reino que no 
			tendrá fin" (Símbolo de Nicea-Constantinopla).
			 
			Resumen
			 
			665 La ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la 
			humanidad de Jesús en el dominio celeste de Dios de donde ha de volver (cf. Hch 
			1, 11), aunque mientras tanto lo esconde a los ojos de los hombres (cf. Col 3, 
			3).
			 
			666 Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso 
			del Padre para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos en la esperanza de 
			estar un día con él eternamente.
			 
			667 Jesucristo, habiendo entrado una vez por todas en el santuario del 
			cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura 
			permanentemente la efusión del Espíritu Santo.
			 
			 
			 
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