Elección de un nuevo Papa
La Iglesia nace desde el Amor de Dios. El Padre nos ha manifestado la misericordia en el Hijo. Ha enviado, además, el Espíritu Santo, que acompaña a todos los bautizados mientras dura nuestro caminar hacia la Patria eterna.
La Iglesia nace desde el Amor de Dios. El Padre nos ha manifestado la misericordia en el Hijo. Ha enviado, además, el Espíritu Santo, que acompaña a todos los bautizados mientras dura nuestro caminar hacia la Patria eterna.
El jueves 17 de enero de 2008 el Papa Benedicto XVI tenía una importante cita cultural: dirigir sus palabras en el acto de inauguración del año académico de la Universidad de Roma “La Sapienza”.
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Pero la cita fue cancelada. Un clima de hostilidad y de intolerancia, originado por la actitud negativa de algunos profesores y alumnos, llevó a tomar esta sufrida decisión.
¿Existe algo que pueda hacer llorar a un Papa? ¿Serán sus problemas de salud, sus cansancios, su vejez? Quizá un Papa llora porque hay cristianos perseguidos, porque hay mujeres maltratadas, porque hay niños que mueren de hambre o de tristeza, porque hay enfermos de SIDA a los que se les niega una medicina y un poco de respeto y de cariño.
¿Por qué Juan Pablo II atrajo a tantos jóvenes a pesar de que el mensaje cristiano es exigente, sobre todo en materia sexual?
Sería pretensioso querer sintetizar el riquísimo contenido magisterial del mensaje de Benedicto XVI en su reciente viaje a los Estados Unidos. Incluso hacer una presentación exhaustiva de su discurso ante la ONU va más allá de lo que ambiciona este breve espacio editorial. Más bien pretendo espigar algunos párrafos de su discurso a la ONU, en el contexto de los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre -que se cumplen este año-, que me parecen especialmente relevantes en el presente contexto cultural.
Para algunos, el día de su elección, los defectos hallaron un modelo concreto en quién encarnarse. Dijeron que era un Cardenal conservador y que, como Papa, no se esperaría menos. Y ha sido cierto. Él, como todos los Papas, es custodio de la verdad, de la única verdad que jamás cambia: la fe. Verdad que, a través de los tiempos, ha permanecido radiante y luminosa, gracias al Primado petrino que la ha conservado, mantenido e impulsado.
Para robarle la fama a una persona lo más
fácil es calumniarla. A Benedicto XVI le han buscado desprestigiar desde el
día que lo eligieron Pontífice. Las falacias sobre su persona se han ido
multiplicando conforme sus firmes palabras se han dejado sentir a favor de
la vida, la familia, la correcta sexualidad, el matrimonio, la
responsabilidad, la paternidad y la maternidad responsable, etc.
La figura de los Papas siempre ha sido atrayente e impactante. En torno a ellos se han fraguado las historias más fantásticas y las tesis más absurdas; de los Papas se ha dicho lo indecible, las más de las veces, sin más bases que la suposición, la imaginación y el afán de suscitar intriga o -también los ha habido- con la intención de llenar la cuenta bancaria a costa de la fama y el buen nombre de los pontífices.
Homilía de S.S. Juan Pablo.
14 de junio de 1998
Amadísimos hermanos: