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Padre Fernando Pascual L.C.

Estar junto al enfermo

 

 

Cada hombre enfermo toca nuestro corazón de un modo particular. La mayoría experimenta compasión, un profundo deseo de asistir o acompañar a quien sufre, a quien vive la experiencia de la incapacidad, del dolor, tal vez de la desesperación y la amargura.

Discusiones

 

Hay quienes han nacido para discutir. Con todos y de todo: del tiempo que hace y que hará, de la política, de la moda, del hambre en el mundo, de la deuda externa, de dietas para adelgazar, de religión, de marcas de coche, de la vida y de la muerte, del infinito y de la nada, de la filosofía, de la teología, del fútbol e, incluso, también de los chismes de los famosos.

Discernir entre lo bueno y lo malo

Lo decían los filósofos: conocer el bien implica conocer el mal. Porque la mente humana está siempre abierta hacia lo diferente, hacia lo contrario. Alto y bajo, grande y pequeño, verdadero y falso, bueno y malo,... son conceptos que comprendemos al mismo tiempo, porque tener la idea de una cualidad nos lleva a comprender la idea de su contrario (cuando exista).

Muchas personas no saben qué es el pecado, porque no han llegado a descubrir que existe una vocación al amor y a la verdad, porque no saben que necesitamos apartarnos del mal para buscar y realizar el bien.

Desde las puertas del dolor

El sufrimiento es un misterio que se esconde detrás de cada esquina, que salta a cada paso en el camino de la vida. Tras un día espléndido, tras unas vacaciones de sueño, tras un éxito en el trabajo o en los estudios, de repente, como un ladrón, inicia un dolor de muelas, un extraño zumbido en la cabeza, la sensación de la traición de un amigo, un accidente ensangrentado...