Familia y educación sexual
La familia, como célula de la sociedad, está llamada a educar a sus hijos en las virtudes más importantes. También en el tema de la dimensión sexual, con todas sus bellezas y su apertura al amor y a la vida.
La familia, como célula de la sociedad, está llamada a educar a sus hijos en las virtudes más importantes. También en el tema de la dimensión sexual, con todas sus bellezas y su apertura al amor y a la vida.
Es fácil aceptar que todos los seres humanos tenemos la misma dignidad. En cambio, no es tan fácil tratar a los demás con el respeto que merecen, ni tampoco evitar discriminaciones injustas hacia quienes son distintos.
La familia está llamada a ser la primera educadora en el respeto a todos. Especialmente respecto hacia quienes pertenecen a otras razas, religiones, culturas, clases sociales, etc.
La frase es tan repetida que merece un momento de reflexión: “existen hijos que no deberían haber nacido?” O, lo que es lo mismo, “hay existencias equivocadas”.
¿Qué se quiere decir con frases como estas? Que algunos hijos no deberían existir, que su vida es tan miserable o tan triste que hubiera sido mejor que no hubiesen nacidos.
En Europa escasean los niños. Muchos lugares del viejo continente tienen más funerales que bautizos, más cámaras ardientes que cunas con bebés recién nacidos.
Una madre preguntaba no hace mucho a un educador: “¿cómo puede un joven escapar de los muchos condicionamientos externos y mantenerse simultáneamente al paso de los tiempos? Creo que los jóvenes de hoy tienen muchas energías positivas, pero poco sentido de responsabilidad. La sociedad los educa a decisiones provisionales, por ejemplo en el trabajo, a cosas de poca duración...”
Cada hombre enfermo toca nuestro corazón de un modo particular. La mayoría experimenta compasión, un profundo deseo de asistir o acompañar a quien sufre, a quien vive la experiencia de la incapacidad, del dolor, tal vez de la desesperación y la amargura.
El amor matrimonial es un anticipo del cielo cuando nace y crece como donación generosa, sin límites. Ser generoso para pensar en el otro, en la otra; hacer de la vida diaria un esfuerzo para darse enteramente; abrirse con esperanza y espíritu de servicio a la llegada de cada uno de los hijos.
Todo anciano es abuelo, padre, o solitario buscador de nuevos cielos. Todo anciano se pone en el camino de la vida como quien ya lleva por detrás más de lo que queda por delante. Y, sin embargo, todavía hay un "delante" que lo guía. Camina, espera, vive.
Todos sentimos una especial repugnancia hacia la esclavitud. Ser esclavo significa estar sometido, por la fuerza, por el miedo, a otra persona que impone y decide sin tener en cuenta muchos de los derechos y la dignidad del esclavizado.